jueves, 10 de julio de 2014

EL ARGAR #2


El desarrollo de la metalurgia es una de las manifestaciones artesanales que caracterizaban la cultura del Argar hasta el punto que se puede hablar de una generalización  en el uso de ciertos metales al final del periodo. Este fenómeno se explica fundamentalmente por la existencia de yacimientos mineros en el sureste de la península Ibérica. La creciente diferenciación social y económica, asociada a al aparición de una élite social que precisaba de objetos de prestigio, también permitió el desarrollo de artesanos especializados y generó unos circuitos de intercambio a nivel local muy intensos.
Los objetos se realizaban en cobre, con una alta proporción de arsénico, en bronce y en menor medida plata. Conforme avanza el periodo se experimenta un aumento en el desarrollo de esta actividad así como una mayor especialización en la obtención de estos elementos.
Los objetos metálicos más representativos del periodo son las armas, entre las que destacan las espadas los puñales y un elemento muy característico: las alabardas.
Todas estas armas estaban formadas por dos elementos principales: la hoja y la empuñadura que se unían mediante remaches.
Entre las herramientas, cabe citar las hachas, los cinceles, los escoplos, los punzones, las agujas con mango de madera o hueso y las sierras. El repertorio de objetos de adorno personal es amplio e incluye diademas, brazaletes y pendientes en bronce, cobre, plata y oro que han aparecido normalmente en ajuares funerarios.

En la imagen se puede ver a la izquierda la punta de una alabarda y a su derecha un puñal de remaches. la diferencia entre la punta de una lanza o de una alabarda es poco apreciable. La diferencia radica en el tipo de enmangue, si la lanza sigue la dirección del enmangue la alabarda estará girada 90% respecto al astil.


Pero sin duda el arma que marcaba el estatus más elevado era la espada. Solo un guerrero fuertemente reconocido por el resto de su poblado podía tener la capacidad para adquirir una. Las espadas de este periodo no eran muy resistentes y a pesar de contar con una cierta ventaja contra el resto de las armas un choque brusco con otra espada o cualquier objeto contundente podría romperlas. La rotura podía ser fácilmente reparable volviendo a fundir el metal y vertiéndolo de nuevo en el molde, sin embargo en batalla una rotura significaba muy posiblemente la muerte.



En la imagen se puede apreciar la hoja de una espada con enmangue de remaches, el primer tipo de enmangue para estas armas. Procede de la  Cabeza Gorda en Totana.

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